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Lo Esencial

Lo esencial es un concepto fundamentado en las ideas del Libro La Gran Síntesis de Pietro Ubaldi, en su obra, aborda temas como: la naturaleza de Dios, el origen y propósito de la evolución, el arte de gobernar, la relevancia del Evangelio cristiano entre otros temas. Además,explora los horizontes del Arte, ofreciendo perspectivas que pretenden iluminary guiar a la humanidad hacia un entendimiento mayor de su propia naturaleza.

En la sección dedicada al arte de "La Gran Síntesis"de Pietro Ubaldi, el autor presenta una visión espiritual y filosófica del arte como la suprema expresión del alma humana. Ubaldi enfatiza que el arte es un reflejo del estado espiritual y cognitivo de la humanidad, capaz de manifestar tanto la gracia y la simplicidad como la profundidad del espíritu. Según Ubaldi, el arte verdadero es aquel que logra aproximarse al orden divino, revelando el pensamiento humano en su ascenso o declive.

Ubaldi sostiene que el arte debe servir a la expresión de ideas eternas. El arte tiene el potencial de ser una fuerza transformadora. En esta visión, se convierte en un vehículo para explorar y expresar la belleza, la cual define de la siguiente manera "bello es todo cuanto responde a su propia finalidad; la belleza está en la línea que responde al fin por la senda del mínimo medio", de esa definición, se desprende esta investigación en torno al acercamiento artístico.  Lo esencial se define como la pureza y eficacia con la que cualquier expresión o creación alcanza su propósito fundamental, logrando la máxima expresión y significado con la mínima complejidad o exceso. Es la esencia de la simplicidad y la funcionalidad armónica en la búsqueda de la verdad y la belleza.

En un mundo cada vez más saturado de estímulos, la humanidad se encuentra bombardeada por una incesante avalancha de información, imágenes y sonidos. Esta sobrecarga sensorial, lejos de fomentar un espacio para la introspección y el crecimiento interior, empuja constantemente al individuo hacia el exterior, hacia una constante búsqueda de novedades efímeras que raramente satisfacen la sed de significado auténtico. En este contexto de distracción perpetua, el arte emerge no solo como un refugio,sino también como un medio para reconectar con el ser.

Este camino hacia la esencia facilita una conexión más profunda con la obra. Al comulgar con el "misterio" que reside en el alma del artista y en la esencia de su creación, este enfoque nos invita a explorar y entender los aspectos más trascendentales de la existencia humana. La clave de este proceso es la capacidad del arte para actuar como un puente, ofreciendo tanto a creadores como a espectadores una ventana hacia la comunión con las verdades universales de nuestra existencia.

La idea de Lo Esencial en el arte, especialmente en el contexto de la contemporaneidad, abraza la experiencia y el concepto como pilares fundamentales para construir mensajes profundos y resonantes. En esta visión, Lo Esencial no se refiere solo a una simplificación visual o estilística, sino a una destilación del propósito y la intención detrás de la obra de arte, donde la experiencia personal y la exploración conceptual del artista se convierten en el núcleo de la creación. En un mundo marcado por la saturación de información, la diversidad de estilos, y la emergencia de tecnologías disruptivas, lo esencial ofrece una vía para que los artistas se conecten de manera más auténtica con su visión interna. Esta aproximación pone en primer plano la importancia de la experiencia personal del artista, considerándola no solo como un punto de partida para la creación, sino como un universo único de significados y emociones que pueden ser explorados y compartidos a través del arte. Reconociendo que cada artista lleva consigo un mundo interior rico y diverso, lleno de historias, percepciones y reflexiones que merecen ser exploradas y expresadas. Al hacerlo, el arte que se centra en Lo Esencial se rebela contra la superficialidad y el consumo rápido, promoviendo en cambio una conexión más profunda y meditativa con la obra.

Para encarnar el enfoque de alcanzar la máxima expresión con la mínima complejidad en el arte, es imperativo que el artista posea un conocimiento profundo y absoluto de los métodos, materiales y técnicas a su disposición. Este dominio no se trata meramente de la capacidad para manipular herramientas o aplicar técnicas, sino de un entendimiento integral que permite al artista discernir cuál es el medio más efectivo y eficiente para dar vida a su visión. La experiencia y el conocimiento profundo de los materiales y las técnicas se convierten así en el fundamento sobre el cual el artista puede motorizar su ingenio, permitiéndole no solo materializar una idea, sino hacerlo de manera que resuene con claridad y potencia. En otras palabras, entender los fundamentos es imperativo para saber cómo orientarnos dentro de este enfoque de esencialidad. Solo a través de una comprensión profunda de los medios disponibles, el artista puede trascender la complejidad innecesaria, evitar las hipertrofias de la técnica y enfocarse en la pureza de la expresión. Esta maestría de los fundamentos permite al artista tomar decisiones conscientes sobre cómo utilizar los recursos de manera que la obra final refleje de la forma más directa y sin adulteraciones la intención original. Este proceso no es solo una reducción a lo esencial en términos de forma y contenido, sino una destilación de la idea hasta su esencia más pura, lograda a través de la habilidad, la experiencia y el conocimiento. En última instancia, es este dominio el que posibilita la verdadera libertad creativa, permitiendo al artista explorar profundidades inéditas de expresión y comunión con el misterioque busca revelar.

Este camino de enfocarse en la esencia de la expresión artística, donde se busca la máxima expresión con la mínima complejidad, tiene la capacidad de adaptarse a cualquier movimiento o momento histórico del arte. La razón de esta universalidad y adaptabilidad radica en su capacidad para absorber y reinterpretar los elementos clave de cada movimiento o época, utilizando estos elementos para enriquecer y diversificar su propia expresión, este enfoque permite al artista explorar y experimentar con una amplia gama de técnicas y estilos, sin perder de vista la intención central de comunicar la esencia de su visión.

Cada movimiento artístico, desde el clasicismo hasta el modernismo y más allá, se ha caracterizado por su búsqueda de nuevas formas de expresión y comprensión del mundo. Al integrar conscientemente los elementos distintivos de estos movimientos, como el enfoque en lo espiritual y lo divino del arte bizantino, la estructura formal del clasicismo, el dramatismo, emocionalidad y movimiento del barroco, la emotividad del romanticismo, la ruptura con la tradición del modernismo o la experimentación del postmodernismo, el artista puede expandir su repertorio expresivo. Este enfoque no se limita a la mera imitación o reproducción de estilos pasados; más bien, se trata de una reinterpretación creativa que permite al artista dialogar con la historia del arte, adoptando, adaptando y a veces, desafiando los métodos y medios característicos de diferentes épocas.

La clave de este proceso es la comprensión del artista sobre cómo los diferentes movimientos han explorado y expresado conceptos como la forma, el color, la luz, el espacio y la composición. Al dominar estos fundamentos y aplicarlos dentro de un marco que privilegia la esencia sobre la forma, el artista puede crear obras que, si bien pueden estar arraigadas en la tradición de un determinado movimiento, son al mismo tiempo innovadoras y personales. Esta habilidad de navegar y fusionar diferentes estilos y técnicas no solo enriquece la práctica individual del artista, sino que también contribuye a la evolución continua del arte como un todo.

La exploración de todos los movimientos artísticos de la historia, planteados desde una perspectiva contemporánea, se convierte en una manifestación esencial de lo contemporáneo precisamente porque, por primera vez en la historia, los artistas tienen acceso inmediato y global a un vasto archivo de estilos, técnicas, y filosofías artísticas. Esta disponibilidad sin precedentes permite a los creadores de hoy no solo estudiar y comprender la evolución del arte a través de los tiempos, sino también integrar, reinterpretar y dialogar con estas diversas tradiciones en su propia obra. La contemporaneidad, en este sentido, se define por su capacidad para ser reflexiva y ecléctica, aprovechando el rico legado del pasado para informar y enriquecer la práctica artística del presente.

La noción de que el arte contemporáneo, más que pertenecer a un momento específico, es una actitud hacia la creación que reconoce y valora la interconexión de todas las épocas artísticas, otorga la libertad y la capacidad de seleccionar conscientemente de entre toda la gama de expresiones artísticas históricas, adaptando sus métodos, temáticas y estéticas a los contextos y sensibilidades actuales. Esta síntesis de influencias y referencias no solo amplía el espectro de posibilidades creativas, sino que también permite a los artistas abordar cuestiones universales desde perspectivas enriquecidas por múltiples capas de significado y resonancia cultural.

Por tanto, la contemporaneidad en el arte se nutre de esta capacidad única de amalgamar y transformar influencias dispares en nuevas formas de expresión que reflejan la complejidad del mundo actual. Al tener toda la historia del arte a nuestro favor, los artistas contemporáneos están en una posición privilegiada para cuestionar, experimentar y avanzar en el discurso artístico, haciendo que el arte no solo sea un reflejo de su tiempo, sino también un diálogo continuo con el pasado y un puente hacia futuras interpretaciones y re-imaginaciones de la experiencia humana. Esta integración de lo histórico en lo contemporáneo subraya la idea de que el arte es un continuum, donde cada época contribuye a la siguiente, permitiendo una evolución constante que enriquece nuestra comprensión del arte y de nosotros mismos.

En su núcleo más profundo, lo esencial se erige como un viaje íntimo y personal, un camino que cada creador debe andar y experimentar por sí mismo. Esta exploración no busca desentrañar un misterio universal aplicable a todos, sino revelar las verdades ocultas en el alma de cada individuo, que nacen de raíces tan variadas y únicas como las estrellas en el firmamento. Tal diversidad de orígenes garantiza que los frutos de esta búsqueda sean igualmente variados, reflejando la singularidad de cada espíritu.

Esta concepción del arte como un impulso hacia la introspección y el descubrimiento va mucho más allá de lo superficialmente apreciable. Es una invitación a sumergirse en las profundidades oceánicas de la consciencia humana, para encontrar aquel núcleo primigenio, aquella chispa divina que alimenta la llama de una vida consagrada a la creación artística. En este sentido, lo esencial no es tanto un destino a alcanzar, sino una búsqueda constante de conexión con nuestra esencia.

A través de este proceso de descubrimiento y expresión, el arte se convierte en un puente entre lo tangible y lo intangible, entre el ser humano y su aspiración a lo divino. Lo esencial, por tanto, no se define por las obras creadas en su búsqueda, sino por la transformación que esta búsqueda impulsa en el artista: un camino hacia el autoconocimiento, la revelación de lo oculto, y la celebración de la singularidad del espíritu humano. En esta travesía hacia lo esencial, el arte se revela como el vehículo supremo para el encuentro con lo sagrado que reside en cada uno de nosotros.

 

Por Carlos Martínez León

Fotografía: Ernesto Buda